Cancho Roano (a veces escrito como Cancho Ruano) es un yacimiento arqueológico situado en el término municipal de Zalamea de la Serena, en la provincia de Badajoz (España). Se localiza a tres kilómetros de Zalamea en dirección a Quintana de la Serena, en una pequeña vaguada junto al arroyo Cagancha.
Es el conjunto tartésico mejor conservado de la península Ibérica, datando la construcción original de al menos el siglo VI a. C., aunque el edificio fue ampliado y modificado en siglos posteriores. Supone un yacimiento sin duda excepcional y único, tanto por su forma, su tamaño y su estado de conservación, como por los objetos encontrados, que permiten fechar su creación en torno al 550 a. C., mientras que su destrucción no sería posterior al 370 a. C., causada por un incendio, bien accidental o bien intencional, dentro de algún tipo de rito religioso.
En contradicción con la versión expuesta, la atribución a Tartesos está limitada únicamente a un nivel inferior de excavación, el denominado nivel "D". A la época en que existió esa civilización (siglos IX al VII a.C.) sólo corresponden los restos de fondo de cabaña que se encuentran debajo de los más voluminosos ahora visibles, el nivel "A".
Por tanto, el edificio de los siglos V al IV a.C., que se llegó a denominar "palacete" por Maluquer y colaboradores es en realidad un altar de sangre para sacrificios rituales, con una tipología definida para otros similares en el Mediterráneo oriental, como define el Prof. Antonio Blanco Freijeiro, y desde luego, muy posterior a la civilización tartésica.
No puede llamarse "conjunto tartésico" lo que corresponde a una época dos siglos posterior a la desaparición de Tartessos, ni puede llamarse "palacio" a unas estancias de reducido tamaño en ningún modo adaptadas a la función suntuaria y política que se supone a tal tipo de construcciones.
El cuerpo principal del edificio, de planta cuadrada, se orienta hacia el Este, y está rodeado por un foso de escasa profundidad, que contiene agua de forma permanente; al parecer la idea de sus constructores era que mantuviese una lámina de agua todo el año. Aunque se desconoce con exactitud su función, el carácter religioso es innegable debido a los altares que contiene; aunque también puede tratarse de un palacio-santuario, a juzgar por su dispositivo defensivo.
Las excavaciones, dirigidas por Juan Maluquer de Motes, comenzaron en 1978. El yacimiento, dada su importancia, fue declarado Monumento Nacional en 1986. En la actualidad se puede visitar en su totalidad, contando con un excelente Centro de Interpretación donde el visitante dispone de claras explicaciones mediante una presentación multimedia y una maqueta.
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