Ingólfur Arnarson es considerado el primer colono nórdico de Islandia.
Sin embargo, no fue el primer escandinavo en visitar la isla, y vivir en ella, ya que el primero fue el vikingo sueco Gardar Svavarsson, que permaneció durante un invierno en la que ahora es la localidad de Húsavík.
En 874, Ingólfur estableció su residencia en Reikiavik, lo que supuso el comienzo de la colonización de la isla, la cual duró hasta 930. La leyenda narra que, al acercarse a tierra desconocida, Ingólfur ordenó arrojar sus öndvegissúlur (postes de su sillón de caudillo) al mar, como era tradición. Su intención era establecer el asentamiento allí donde fueran a parar los postes. Según el Landnámabók (libro de los asentamientos), dos de sus esclavos tardaron tres años en encontrar los postes en una pequeña bahía. De este modo, nació Reikiavik.
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