Cuenta la tradición que el rey de Aragón Ramiro II el Monje, al ganar la guerra que mantenía con algunos nobles rebeldes, ejecutó y posteriormente colgó la cabeza de sus enemigos de la campana de la catedral de Huesca como escarmiento. El cuadro de Antonio María Esquivel La campana de Huesca (Museo Provincial de Bellas Artes, Sevilla) está basado en este pasaje de la historia.
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